Por José Gabriel Martínez y Pool Contreras
MÉXICO, 29 dic (Xinhua) -- Más que una frontera lejana o una barrera infranqueable, el océano Pacífico ha sido durante siglos un puente vivo que conecta continentes, culturas y formas de vida, premisa central de "El Galeón de Acapulco-Manila. Somos Pacífico. El mundo que emergió del trópico", la exposición que presenta el emblemático Colegio de San Ildefonso, de la capital mexicana.
A través de más de 300 piezas procedentes de acervos nacionales e internacionales, la muestra propone una relectura profunda del papel de México y del Pacífico en la primera globalización, a la vez que reconstruye los 250 años de intercambios generados por la ruta marítima que unió Acapulco y Manila entre 1565 y 1815.
Objetos de navegación, mapas, cerámicas, textiles, obras de arte y piezas arqueológicas dan cuenta de un flujo constante de mercancías, personas, ideas y creencias que transformó la vida en ambas orillas del océano.
No podía haber mejor escenario para la muestra que el emblemático recinto histórico y cultural que constituye el Colegio de San Ildefonso, en el centro histórico de la Ciudad de México.
Fundado por los jesuitas en el siglo XVI como un colegio, el recinto es considerado la cuna del muralismo mexicano, con obras de grandes maestros como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros en sus muros.
Para Verónica Herrera, investigadora del Colegio de San Ildefonso, el eje conceptual de la exposición que hoy exalta al Pacífico parte de un cambio de mirada.
"El nombre Somos Pacífico implica el poder ver el mundo ya no teniendo el Atlántico en el centro, donde tradicionalmente nos enseñaban en los planisferios que tenemos América del lado izquierdo y el resto del mundo del lado derecho", explicó la historiadora en entrevista con Xinhua.
En este momento, con la exposición, subrayó, "es verlo desde otro punto de vista, donde América estaría del lado derecho en un planisferio y tenemos todo el sudeste asiático, y entonces en el centro está el Pacífico".
Desde esa perspectiva, la muestra invita a reconsiderar los mapas, las narrativas históricas y las jerarquías culturales heredadas.
Herrera ponderó que el intercambio transpacífico no fue únicamente comercial.
"Ese intercambio lo pensábamos solamente como que el galeón transportaba mercancías, pero (también) transportaba personas", afirmó, al destacar la presencia de comunidades asiáticas asentadas en las costas del actual México y, en sentido inverso, de población de Nueva España, nombre oficial de México en ese entonces, cuando estaba bajo dominio colonial español, que se estableció en Filipinas.
Ese tránsito humano dio lugar a lo que algunos historiadores denominan la "cuarta raíz" asiática en la identidad mexicana.
El recorrido de la exposición, organizado en siete núcleos temáticos y desplegado en una superficie de más de 1.200 metros cuadrados, integra desde oros prehispánicos de Filipinas y porcelanas chinas recuperadas de naufragios, hasta biombos, marfiles, enconchados y una reproducción a escala del Galeón de Manila, también conocido popularmente como la Nao de China.
Uno de los hilos conductores es el papel de México como eje articulador del comercio global temprano.
"México es el centro, es el 'axis mundi', es el eje del mundo, porque todas las mercancías que venían de Asia tenían que llegar a Acapulco", explicó Herrera, al recordar que desde ahí los productos continuaban hacia Veracruz, en el oriente mexicano, y Europa, mientras la plata novohispana circulaba como moneda global.
La exposición también traza la permanencia de ese legado en la vida cotidiana: del mantón de Manila a la talavera poblana, del coco y la piña a tradiciones como la pelea de gallos o el uso de la chaquira.
"Darnos a entender que no estamos tan separados como muchas veces se piensa, que en realidad somos Pacífico", resumió la investigadora.
Concebida originalmente por el Museo de las Civilizaciones Asiáticas de Singapur y enriquecida en México mediante una amplia colaboración interinstitucional, la muestra dialoga además con el arte moderno del sudeste asiático y de América Latina, al tiempo que plantea una lectura contemporánea de las identidades transpacíficas.
Abierta del 4 de diciembre último al 31 de mayo de 2026, "El Galeón de Acapulco-Manila. Somos Pacífico. El mundo que emergió del trópico" no solo recupera una historia compartida y el lugar insignia de México en ella, sino que propone pensar el presente y el futuro desde un océano que, lejos de separar, sigue uniendo al mundo.
