Por Carina López y Pool Contreras
MÉXICO, 25 nov (Xinhua) -- La exposición constante en redes sociales a estereotipos irreales y contenido distorsionado sobre la imagen corporal, se ha convertido en uno de los factores de riesgo más alarmantes para el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria entre adolescentes y jóvenes, afirmó la maestra en ciencias, Ana María Balboa Verduzco.
En entrevista con Xinhua, la especialista mexicana en psicología clínica y de la salud explicó que estos mensajes influyen de forma directa en los hábitos alimenticios, fomentan dietas extremas y promueven una relación negativa con el propio cuerpo.
"Esa distorsión de pensamientos los lleva a no darse cuenta de que están lesionando también sus funciones cognitivas, porque están ensimismados en que todo eso que encuentran en redes sociales es lo que ellos tienen que hacer o los retos", indicó Balboa Verduzco.
La también catedrática e investigadora del Instituto Politécnico Nacional (IPN), institución de educación superior, señaló que el impacto no se limita a la alimentación, pues la saturación de información engañosa y los retos virales también afectan funciones cognitivas esenciales, como la concentración y la memoria.
Al quedar atrapados en contenidos que promueven cuerpos perfectos o conductas extremas, muchos jóvenes desarrollan pensamientos distorsionados que deterioran su capacidad de análisis y toma de decisiones, según explicó la experta.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos alimentarios se consideran desórdenes mentales y del comportamiento, caracterizados por un temor persistente a ganar peso y una conducta alimentaria descontrolada, tanto en mujeres como en hombres.
Ante este panorama, Balboa Verduzco destacó que la aplicación de diversas técnicas de terapia cognitivo-conductual ha mostrado resultados exitosos en el tratamiento de estos padecimientos, pues la recuperación requiere trabajo constante, paciencia y un manejo adecuado de la narrativa personal que favorezca pensamientos positivos en torno a los alimentos.
"Al año estamos hablando de que tenemos el doble de pacientes. Muchos de ellos salen adelante con la terapia cognitivo-conductual porque esta terapia lo que hace es dotar a los pacientes de habilidades y entrenamiento para que ellos puedan estar no solamente reestructurando ese tipo de pensamientos distorsionados, sino agregando a ello respiración diafragmática, así como entrenamiento en habilidades sociales", refirió.
La especialista del IPN recomendó por ello a los padres de familia detectar de forma oportuna estos trastornos mediante la observación de conductas atípicas como el aislamiento, la depresión o la pérdida repentina y constante de peso, además de fomentar revisiones periódicas entre los jóvenes.
Señaló que cuando el problema ya está presente, se requiere una atención integral que incluya la intervención de profesionales de la salud y la participación directa de la familia.
"Estos pacientes empiezan a tener afasia, un rostro más aplanado, más aletargados. Su conducta y comportamiento cambian, hablan muy despacio, son muy aletargados al caminar y su marcha es lenta y no tienen reflejos tan rápidos como cualquier persona que no tiene ese trastorno", apuntó Balboa Verduzco.
Cuando en casa o en la escuela se observa que un hijo o alumno comienza a bajar o subir de peso, o bien que se aísla del resto de los compañeros, es posible que atraviese por un problema relacionado con la conducta alimentaria.
Otra señal de alerta, añadió la maestra en ciencias, es que la persona seleccione en exceso los alimentos, cuente las porciones que ingerirá o que al entrar al baño persista un olor característico a vómito, lo que puede indicar que está expulsando los alimentos.
Estos jóvenes suelen intentar ocultar o disfrazar sus conductas y con frecuencia se centran en actividades deportivas, a veces de forma extrema.
Algunos pueden pasar más de tres horas en el gimnasio, correr distancias excesivas o dedicar largas horas a actividades extraescolares como la danza, así que este tipo de prácticas puede ayudarles a encubrir el problema alimentario o mantenerse al margen de lo que les ocurre.
Balboa Verduzco advirtió que estos trastornos resultan especialmente preocupantes porque muchos pacientes carecen de la madurez suficiente para reconocer la confusión generada por los estándares de belleza difundidos en plataformas digitales.
Reiteró que esta distorsión puede tener consecuencias graves, al propiciar alimentación desordenada, dietas extremas, inanición y ejercicio excesivo, lo que deriva en daño neurológico, alteraciones hormonales y problemas cardíacos, digestivos y dentales.
La continua exposición en redes sociales a estándares irreales no solo altera los hábitos alimentarios de adolescentes y jóvenes, sino que también afecta su manera de pensar, lo que provoca que muchos enfrenten problemas emocionales y cognitivos en una etapa crucial de su desarrollo.








