Por Leyla Carrillo Ramírez
A ochenta años de su fundación, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) continúa siendo la institución intergubernamental más universal, representativa y con mayor autoridad del sistema internacional. Durante estas ochos décadas transcurridas, el número de Estados miembros oficiales de la ONU ha aumentado hasta alcanzar los 193, de los cuales más de tres cuartas se encuentran en el hemisferio sur o son países en vías de desarrollo.
Esta ventaja cuantitativa comparativa ha transformado a los países del Sur, que pasaron de ser metáforas geopolíticas durante la era de la Guerra Fría a convertirse en una fuerza institucional imposible de ignorar dentro del sistema internacional contemporáneo. Siendo bastión de los países del Sur, la ONU a la vez constituye una plataforma esencial para que estas naciones participen en condiciones de igualdad en los asuntos mundiales.
Con el ascenso colectivo del Sur Global y los profundos cambios en la correlación de fuerzas a nivel internacional, su papel dentro de la ONU y de los mecanismos de gobernanza internacional se ha vuelto cada vez más relevante. En este contexto, resulta oportuno reflexionar, desde una mirada histórica, sobre los aportes de estos países a la paz y al desarrollo mundiales, así como sobre la necesidad de que cuenten con mayor representatividad y poder de decisión dentro del sistema multilateral, incluida la propia ONU.
Desde 1945, y especialmente a partir de los años sesenta del siglo XX, la independencia de numerosos pueblos coloniales, la construcción del socialismo en varios Estados europeos y asiáticos y la expansión de los movimientos progresistas y obreros propiciaron el surgimiento de un mundo más equilibrado y favorable al diálogo. Sin embargo, ese equilibrio fue erosionado durante la Guerra Fría y por los conflictos generados a partir de los intereses geopolíticos de las potencias occidentales.
Los países del Sur Global, denominados en distintos momentos tercermundistas, periféricos o en desarrollo, han luchado por superar las secuelas del colonialismo y del subdesarrollo, preservar la paz, ejercer su autodeterminación y construir relaciones internacionales más equitativas.
No obstante, el declive del socialismo en Europa y la desintegración de la Unión Soviética aceleraron la transformación a un mundo unipolar, en el cual las potencias imperialistas y los países desarrollados impusieron decisiones unilaterales, violando abiertamente la Carta de la ONU y el derecho internacional. A pesar de ello, el Sur Global no ha dejado de esforzarse por avanzar y prosperar, enfrentando limitaciones estructurales como la escasez de recursos, la dependencia tecnológica y económica, y las persistentes desigualdades del sistema internacional.
Como colectivo de economías emergentes y países en vías de desarrollo, el Sur Global representa hoy más del 40 por ciento de la economía mundial y aporta alrededor del 80 por ciento del crecimiento económico global. Se perfila cada vez más como una fuerza fundamental para salvaguardar la paz internacional, impulsar el desarrollo mundial y mejorar la gobernanza global. Organizaciones regionales y temáticas como el Movimiento de Países No Alineados, el Grupo de los 77 más China (G77+China), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Africana continúan alzando su voz en defensa de estos principios.
Sin embargo, dentro del actual sistema de gobernanza mundial dominado por EE. UU. y Occidente, la voz del Sur Global sigue siendo desproporcionada en relación con su contribución al desarrollo mundial. Los países del Sur Global aún carecen de voto efectivo en muchos procesos decisorios de la ONU. La falta de su representación en órganos como el Consejo de Seguridad, la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, entre otros, pone de manifiesto la urgencia de reformar la ONU para garantizar una participación verdaderamente democrática.
Tomamos como ejemplo mi patria, Cuba. Sometida al bloqueo más prolongado de la historia moderna, Cuba volverá próximamente a presentar ante la Asamblea General de la ONU la resolución titulada "Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos".
Pese a las dificultades, el país caribeño ha desarrollado la Operación Milagro, que devolvió la vista a millones de personas, ha enviado personal médico a 92 países, forma miles de médicos del Sur Global en la Escuela Latinoamericana de Medicina y contribuye a campañas de alfabetización en varios continentes.
Afortunadamente, en el proceso de impulsar las reformas de la gobernanza mundial en nombre del Sur Global, podemos observar el papel proactivo que desempeña China. Como miembro natural del Sur Global, el país asiático desempeña un rol cada vez más decisivo en el mantenimiento de la paz y la estabilidad mundiales, así como en la promoción de un desarrollo equitativo y compartido. Su economía, la segunda del mundo, y su modelo de cooperación solidaria se expresan en múltiples iniciativas: en África, con proyectos ferroviarios, sanitarios, educativos y de reducción de la pobreza; y en América Latina, con una expansión del comercio y la inversión que abarca obras de infraestructura, energía, medio ambiente y gestión de riesgos.
Mediante las Iniciativas de la Franja y la Ruta, para el Desarrollo Global, la Seguridad Global, la Civilización Global y la Gobernanza Global, China está esforzándose por hacer realidad el objetivo de construir una comunidad de futuro compartido para la humanidad, prestando atenciones especiales a fortalecer la interconexión e interdependencia entre los países, promover la creación de un sistema de seguridad justo y compartido, estimular el desarrollo abierto e inclusivo, fomentar el diálogo entre civilizaciones y reforzar la protección del medio ambiente.
China comparte con los países del Sur Global, incluidos los de América Latina y el Caribe, una visión común sobre los grandes temas internacionales: la defensa del multilateralismo, la equidad, la soberanía y la cooperación para el desarrollo. Esta coincidencia refuerza la necesidad de que el Sur Global actúe con unidad, colaboración y apoyo mutuo en los escenarios de la ONU, contribuyendo conjuntamente a la construcción de un orden internacional más justo.
El ascenso colectivo del Sur Global es una tendencia histórica inevitable. Los ochenta años de historia desde la fundación de la ONU han demostrado que los países del Sur Global ya no son meros espectadores en la formulación del sistema de gobernanza global, sino coautores en la remodelación de sus normas.
De cara al futuro, solo salvaguardando plenamente los derechos e intereses legítimos de los países del Sur Global y elevando continuamente su representatividad y poder de decisión en organismos multilaterales internacionales como la ONU, podremos materializar la construcción de un sistema de gobernanza global más justo y razonable, y forjar juntos un futuro mejor para toda la humanidad.
(Leyla Carrillo Ramírez es investigadora sobre temas globales y europeos en el Centro de Investigaciones de Política Internacional de Cuba)
(Las opiniones expresadas en este artículo son del autor y no necesariamente reflejan la postura de la Agencia de Noticias Xinhua)








