Por José Gabriel Martínez y Li Xin
MÉXICO, 11 oct (Xinhua) -- Con una década como directora del Museo del Templo Mayor, en el centro de la capital mexicana, Patricia Ledesma tiene presente en todo momento a la niña fascinada por las ruinas mayas que creció para convertirse en la primera mujer en dirigir uno de los recintos culturales más emblemáticos de México.
"Soy arqueóloga y desde niña siempre me gustó el pasado, no solo mexicano. Me llamaba mucho la atención cómo vivían los romanos, los griegos, los egipcios. Y mis papás siempre me llevaban a museos y zonas arqueológicas", contó Ledesma en entrevista con Xinhua.
Un episodio en la zona arqueológica de Palenque, en el estado mexicano de Chiapas (sureste), marcó su infancia. "Debí tener ocho o nueve años. Me quedé sola frente a una parte del palacio y pensé: aquí se sentó alguien hace millones de años y yo estoy aquí ahora. Ese entorno me dijo: yo quiero ser arqueóloga", evocó Ledesma.
Poco después, conocer al arqueólogo Eduardo Matos, una de las personalidades más notables en el ámbito de la arqueología y la antropología en México, reafirmó sus sueños.
"Era como ver a un 'rockstar' en la calle. Me acerqué y le dije: 'quiero ser arqueóloga'. Y me respondió: 'te vas a divertir mucho, anímate'. Eso me dio mucha confianza", narró.
Décadas más tarde, sería el propio Matos quien la invitaría a dirigir el Museo del Templo Mayor en 2015. Tenía 37 años.
"Después de casi 30 años, llega una mujer a dirigir el museo. Además, yo era muy joven para el puesto. Muchos me veían y decían: 'bueno, y esta niña qué va a hacer'. Pero confié en mi equipo y en mis maestros que siempre me apoyaron", reveló Ledesma.
El Templo Mayor fue el centro físico y simbólico de la gran Tenochtitlán, la capital del imperio mexica (azteca). En este lugar sagrado se alzaba el principal templo doble, dedicado a Huitzilopochtli, dios de la guerra y del sol, y a Tláloc, dios de la lluvia y la agricultura.
Tras la conquista española, el templo fue destruido y sus restos quedaron ocultos bajo la ciudad colonial y moderna. Su redescubrimiento fortuito en 1978 fue un hito arqueológico que permitió exhumar los vestigios del recinto ceremonial.
Adyacente a la zona arqueológica se encuentra el museo de sitio, fundado en 1987 y que alberga los miles de objetos recuperados durante las excavaciones, ofreciendo una visión profunda de la religión, economía, vida cotidiana y poderío de la sociedad mexica.
Sobre su forma de liderar, Ledesma expone que no le interesa repetir "estilos de liderazgo que no tienen que ver con un estilo mucho más femenino".
"En vez de competencia, hablamos de convivencia y colaboración. Aquí no importa quién hace más, importa cómo nos ayudamos entre nosotros para que el gran proyecto salga", explicó.
Ledesma reconoce que ser mujer le ha implicado esfuerzos adicionales.
"A las mujeres de pronto nos cuesta el doble de trabajo que a los hombres. Ya nada más en el tiempo que invertimos para presentarnos (a trabajar) de la misma manera que ellos, es casi el doble. Pero lo importante es no repetir estilos de liderazgo, sino generar uno propio, más cercano y empático", sugirió.
La historia de Ledesma se nutre también de los retos personales. A su parecer, "uno de los grandes retos para las mujeres modernas es aprender a equilibrar la salud, el tiempo de descanso, el trabajo y la vida personal".
"Muchas veces terminamos sacrificando nuestro bienestar por ser productivas, y eso nos pasa factura. Tenemos que reflexionar en cómo usar el tiempo libre y no enfermarnos en silencio por el estrés", afirmó.
Para Ledesma, ser mujer y arqueóloga en México es hoy una oportunidad de abrir caminos.
"Cuando estamos frente a retos en los que pensamos que no podremos, nos damos cuenta de que somos más fuertes de lo que creemos. Ese es un mensaje para las niñas: no hay sueños inalcanzables. Casi todo está al alcance de la mano si tenemos disciplina y pasión", abundó.